viernes, 5 de enero de 2024

Sobre la maternidad no deseada...

 

Madres arrepentidas: 

Si pudiese volver atrás, no me quedaría embarazada

Odian la maternidad, pero aman a sus hijos. El estigma pesa sobre las mujeres que se sienten así, en un momento en el que se mantiene la idealización y la presión social sobre las progenitoras


Karla Tenório, actriz y responsable de la cuenta de 'Instagram' "Mãe Arrependida", el pasado sábado en Río de Janeiro.
LEONARDO CARRATO



La brasileña Karla Tenório, de 40 años, ya se arrepintió de ser madre en el parto: “Cuando la cabeza de mi hija salió de mí”. Define este momento, en el que hubo complicaciones, como “un shock” y asegura que “es compatible querer a tu niña y lamentar ser mamá” porque, explica, su conflicto es con las cargas que acarrea la maternidad y no con su hija, de 13 años. Al principio, se sentía “un monstruo”, después se percató de que lo que ella vivía era compartido por más personas. El 12% de las madres cuestiona la elección de haberlo sido, según el informe Las Invisibles, elaborado por la Asociación Yo No Renuncio y el Club de Malasmadres, tras encuestar a 94.000 mujeres. La idealización de la maternidad y la presión social influyen en la toma de esta decisión, que no siempre concilia con la vida laboral y social. Aunque ahora su hija es la persona más importante de su vida, Tenório lo tiene claro: “Si pudiese volver atrás, no me quedaría embarazada”.


Sus palabras son repetidas por las barcelonesas Laura Cava, de 36 años, y Ana, que prefiere no facilitar su apellido, de 38. Esta última se sorprendió cuando se enteró de su embarazo. “Tuve un cáncer de mama y los médicos me dijeron que era prácticamente imposible lograr una gestación por los tratamientos recibidos”, explica. Decidió seguir adelante: “Éramos los únicos que estábamos fuera del patrón familiar”. Siempre escuchó que la maternidad era lo mejor que le podía pasar en la vida, aunque ahora discrepa. Confiesa que quiere “con locura” a su pequeño, de un año, pero lo que se siente por él no justifica su nueva realidad con “un estrés constante” que considera insano.


Tenório decidió tener a su hija por “la idea preconcebida de la maternidad idealizada”. Sufrió una depresión durante nueve años, desde el parto. “Me obsesioné con la crianza perfecta, quería hacerlo todo sin delegar, no descansaba nunca y empecé a perder la memoria y la noción del tiempo”, describe. Recuerda esos momentos con dureza: “Parecía que la vida se acababa, como si naciera una madre y muriera una mujer”. Actualmente, se siente bien porque ha construido “una bonita relación” con su hija. Pero si pudiera retroceder en el tiempo, no elegiría el camino de la maternidad. Cree que su vida profesional y personal sería mejor.


“Esta rutina de lavar biberones o ir a la guardería no me gusta”, cuenta Ana. Aún así, lo hace siempre con la mejor actitud. Su autoexigencia le dificulta desconectar por un segundo de su hijo. “Pierdes un poco tu identidad, la libertad no existe. Es prácticamente imposible ir sola al baño”, ejemplifica. Cava también se arrepiente de ser madre, pero concede mucha importancia a la educación de sus pequeños, de seis y ocho años. “Tengo que equilibrar mi frustración personal por tomar la decisión equivocada con la responsabilidad de querer hacerlo bien”, detalla.


La gerente de Psicólogos Madrid, Montserrat Cabello, revela que el arrepentimiento materno es una realidad que ha aflorado en consulta hace unos diez años, pero la frecuencia de pacientes que acuden a la clínica por este tema va en aumento. Cree que esta situación siempre ha estado presente, aunque antes no se visibilizaba. La presión social para tener hijos sigue vigente, según observa. Piensa también que en el pasado la sociedad no exigía tanto a las madres. “No solo tienen que criar, deben desarrollarse personal y laboralmente. Se han multiplicado las tareas”, matiza.


Cava ha tenido que aparcar sus aspiraciones profesionales y eso le entristece. La desigualdad salarial frente a su pareja le llevó a reducir su jornada laboral para atender a sus hijos. No percibió en su juventud el deseo de ser madre, pero con una vida estable y la ilusión que él tenía por ser padre tuvo dos hijos. Se percató de que estaba arrepentida cuando los pequeños dejaron de ser bebés y empezó a querer retomar su vida anterior, sin éxito. Se frustra porque el sistema social no la acompaña: “Tú peleas por volver a ser la de antes, pero te encuentras muchos muros, con la demanda en paralelo de dos niños que necesitan de ti”.


Cabello también observa en su consulta que las mujeres se sienten ahora más solas en la crianza porque antes existía un entorno social que apoyaba más a las madres. “Había una tribu, se criaba a los hijos entre todos”, cuenta. Además, aunque se asume que la pareja va a colaborar en los cuidados, dice que no siempre es así. “Hay personas que tienen claro que no quieren tener hijos solas, pero después se encuentran con que lo que iba a ser un proyecto en común, no lo es porque se ha roto el contrato”, aclara. Para la psicóloga, la presión social, la idealización y la desigualdad influyen muchas veces en el posterior arrepentimiento: “Ve a la puerta de un colegio y compara las madres y los padres que van a recoger a sus hijos”.


Cuando Tenório descubrió que había más personas en su situación, creó en 2020 la cuenta de Instagram “Mãe Arrependida” (madre arrepentida, en portugués), para promocionar su obra de teatro en la que aborda este asunto. Medio año después contó en esta red social su opinión sobre la maternidad: “Fui apedreada hasta que muchos se dieron cuenta de que yo amaba a mi hija y se generó un movimiento de empatía”, confiesa. Acumula en su perfil más de medio millón de seguidoras, que comparten también sus experiencias. “Liberar a una madre arrepentida es liberar a una hija”, asegura. Pretende deconstruir el mito de la maternidad que, según ella, fue impuesto. “Coelho Neto, un poeta brasileño, escribió que ser madre era sufrir en el paraíso. ¿Diría lo mismo su mujer con la que tuvo 14 hijos?”, reflexiona.


Cava confiesa que la maternidad no ha llegado para completar su vida, con la que se sentía satisfecha, sino para restarle independencia. “Llega el viernes y, muchas veces, no tienes fuerza, antes de entrar a trabajar ya has trabajado y después tienes que seguir trabajando hasta que te acuestas”, cuenta. Aunque odia ir al parque, se niega a llenar de actividades extraescolares las tardes de sus hijos: “Entonces, para qué tenemos niños. No me gusta el trabajo de ser madre, pero voy a intentar que tengan una buena vida”.


La psicóloga explica que al principio se puede confundir una depresión posparto con un arrepentimiento porque la sintomatología es similar: depresión, ansiedad, cambios de humor, fatiga, desasosiego y aislamiento social. Pero “la diferencia está en una cuestión filosófica, en el por qué: quién soy yo y cómo quiero posicionarme en el mundo”, matiza. En el primer caso no hay un pesar por ser madre.


Mujeres incomprendidas

Estas mujeres se sienten incomprendidas y perseguidas por un tabú. “No me gustan los grupos de WhatsApp de padres del cole ni salir con mis amigas para hablar de niños. Cuando digo que ya tengo ganas de que se vayan de casa, la gente se ríe y se lo toma a cachondeo, o no saben qué contestar porque no se habla de esto con naturalidad”, cuenta Cava. Por otra parte, Ana agradece el apoyo incondicional de su pareja, pero a veces se ve inundada por la culpa porque considera que su hijo es muy bueno.


Cabello recalca la importancia de soltar este sentimiento porque estas mujeres “no son egoístas”, ya que se preocupan por sus hijos y los quieren. Además, insiste en que el arrepentimiento no va a dominar sus vidas porque se aprende a gestionar, construyendo una maternidad a medida que no esté al servicio de las imposiciones sociales.


La paradójica ambivalencia de odiar la maternidad y amar a un hijo es posible para estas mujeres. Son madres que afrontan ahora el presente con responsabilidad, pero si pudieran volver al pasado tomarían otra decisión que, desde su experiencia, consideran más oportuna. Tenório ya ha abordado este tema con su hija adolescente: “Le conté que era un problema de su madre con la sociedad, no con ella”.


— ¿Qué le respondió?


— Ser madre arrepentida es una realidad, pero tú me amas y me cuidas, entonces para mí solo es una palabra.



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